Sistema que sustituye la reclusión cumplió cuatro años:
Beneficia a sentenciados a menos de 300 días de reclusión y evita el contacto con delincuentes habituales.
El chef Miguel Ángel Olivares cocina para indigentes en el hogar del Ejército de Salvación, en Valparaíso, cumpliendo una pena de 200 horas de trabajo por un choque.
El 27 de diciembre de 2013 entró en vigencia la Ley N° 20.603, de Penas Sustitutivas a la Reclusión, que permite que personas que hayan cometido delitos o faltas, cuya pena sea igual o menor a los 300 días de prisión, puedan cumplir la condena con trabajos en beneficio de la comunidad.
Desde entonces, un total de 9.695 personas ya han cumplido sus sentencias bajo esta modalidad en el país. De ellas, la mayoría corresponde a la Región Metropolitana (1.643), Biobío (1.486) y Valparaíso (1.306).
Los trabajos los realizan en recintos municipales, centros comunitarios, hogares de ancianos, instituciones religiosas, entre otros lugares, y consisten en apoyo administrativo, mantención y limpieza, manipulación de alimentos, labores de pinturas y obras menores.
El sistema ha sido exitoso, según explica el director nacional de Gendarmería, Jaime Rojas. «Todo lo que tenga que ver con penas alternativas es positivo, porque descongestiona las cárceles, reinserta mejor y permite trabajar mucho mejor con la persona para evitar la reincidencia», señala.
A su juicio, se podrían incorporar a este sistema personas que han cometido otros delitos, aunque no quiso señalar cuáles.
Donde más se han realizado trabajos es en el hogar del Ejército de Salvación de Valparaíso. Ahí han llegado 460 condenados, los que ayudan en la limpieza, mantención, alimentación y cuidado de ancianos y personas en situación de calle.
«Es una manera de pagar una deuda con la sociedad, evitando el contagio con delincuentes y, además, esto les permite continuar viviendo con sus familias y aportándoles el sustento», señala el director regional de Gendarmería, coronel Eduardo Muñoz Bravo.
Rubén Muñoz (30) debe cumplir dos meses de trabajo, entre las 9:00 y las 13:00 horas, por un hurto. «Yo soy mecánico y en principio me chocó este trabajo, pero con el tiempo me he ido acostumbrando. Trabajar en este hogar me ha permitido conocer al ser humano, ese que está debajo del hombre abandonado en la calle», dice.
Miguel Ángel Olivares (59) estudió Cocina Internacional y nunca ejerció como chef, hasta que fue condenado por un choque a 200 días de trabajo comunitario y Gendarmería lo mandó al Ejército de Salvación. Allí prepara el almuerzo para los 170 indigentes que atiende el hogar. «Viví en este sector muchos años y nunca me interesó qué había acá. Cuando llegué me puse a llorar», comenta.
Del total de condenados que cumplieron la pena, el 18,71% son mujeres y el 60% tenía trabajo y lo mantuvo.
«Los condenados salen de aquí como mejores personas. Muchos llegan molestos, pero después vuelven a ayudar voluntariamente», dice el pastor Eladio Martínez.
DELITO
La mayoría de los que cumplieron condena en el sistema cometieron hurtos (28,9%).
»Trabajar en este hogar me ha permitido conocer al ser humano, ese que está debajo del hombre abandonado en la calle».
RUBÉN MUÑOZ,
Condenado por hurto