Visitó el Centro Metropolitano de infractores juveniles.
Recinto inició integración público-privada para la reinserción de una población de 119 jóvenes infractores de ley. Una universidad instaló ahí centro de formación técnica.
Talleres Los internos deben cumplir normas para acceder al taller de orfebrería, que reglamentó la Universidad Arturo Prat, cuyo rector, Gustavo Soto (Izq.), aparece junto al CEO de Komatsu, Darko Louit, y al ministro de Justica, Hernán Larraín, que observan el trabajo de los jóvenes.
Más parece un internado que un lugar de reclusión.
En el Centro Metropolitano Norte, ubicado en Tiltil, vecino al penal de Punta Peuco cumplen sus penas 119 jóvenes infractores, que deberían estar entre los 15 y los 18 años. Aunque hay uno ya no tan joven: tiene 29 años y está pagando por una infracción de ley ocurrida cuando era menor de edad.
Precisamente esa fue una de las razones por las que el recinto, que en 2012 se inauguró como centro modelo, debió segmentar a sus internos: los separaron por edades y por gravedad de sus «infracciones».
Están divididos en casas y cada una de ellas tiene un máximo de 15 jóvenes, y cuenta con una dupla psicosocial a cargo.
Ayer, el ministro de Justicia, Hernán Larraín, visitó el lugar con Alejandro Fernández, representante del Sename, y fue acompañado por el rector de la Universidad Arturo Prat, Gustavo Soto Bringas, y el CEO de la compañía Komatsu Cummins Chile, Darko Louit. Mientras recorrían el recinto, el rector comentó a este diario que siempre está igual de aseado. Y él lo sabe, porque este año firmó un acuerdo con Sename mediante el cual se abrió una escuela de oficios en ese centro, convirtiéndose el primero en tener una universidad en Latinoamérica con un centro de formación técnica en su interior.
A su vez, Darko Louit tiene una relación estable de colaboración con ese centro. Apoyan a los jóvenes en la reinserción laboral. «Hoy estamos evaluando instalar aquí un centro productivo, para reparación de arneses eléctricos para motores de alta potencia».
«No queremos un Transantiago»
Además, el ministro Larraín se refirió a cuándo se concretará la división del Sename. Y explicó que el proyecto de reinserción social para jóvenes infractores está en la etapa de debate en particular en el Senado. «Se encuentra muy avanzado y en un par de meses debería salir a la Cámara. Tenemos la esperanza que durante el curso del año ese proyecto pueda terminar». El otro, el que se refiere a la protección de menores vulnerables, «es un proyecto que estamos reformulando y el Gobierno espera presentarlo en las próximas semanas. Está prácticamente terminado el primer borrador. Faltan los apuntes finales. Esperamos que en agosto empiece su tramitación. Ahora, por lo mismo, no creo que pueda estar listo dentro de los próximos seis meses».
Advierte que el proceso de transformación del Sename será gradual, porque no se pueden modificar las metodologías en todos los centros simultáneamente y aclara que «no queremos un Transantiago».
«Deber moral con los jóvenes»
Larraín concluye que «hay un deber moral con los jóvenes, para que realmente tengan una nueva oportunidad. Todos nos podemos equivocar. Lo importante es que tengamos la capacidad de levantarnos, y nadie se levanta solo. El Estado sabe que solo no puede. Necesitamos ayuda del sector privado sobre todo en el proceso de reinserción, que les abran las puertas. Esta es una nueva cultura y podemos decir que el proceso de transformación (del Sename) ya empezó. Experiencias como esta demuestran que sí se puede».
Droga
El 80% de los jóvenes que llegan ahí consume drogas. Un psiquiatra va una vez a la semana y controla las dosis de medicamentos para calmarles la ansiedad y un equipo especial busca tratarles la adicción. La rutina diaria de Javier y su esperanza de poder reinsertarse cuando salga, sin que falte «el apoyo» en lo laboral
Algunos hacen crossfit . Otros juegan tenis. Y fútbol. Pero eso es entre una y otra actividad.
Javier, certificado como soldador y luego con una capacitación calificada en Komatsu, cuenta cómo es su jornada.
Se levantan a las 7:00 y a las 8:00 tienen que bajar de sus «casas» para tomar desayuno y «pasar la cuenta» (conteo). A las 9:30 tienen que estar en el colegio (Javier está terminando tercero y cuarto medio). A las doce y media terminan el colegio y un cuarto para la una almuerzan. Luego asean sus dormitorios y a las dos en punto entran al taller ( mecánica automotriz, cocina, soldadura, etc.).
Salen un cuarto para las cinco de la tarde. Los profesores a cargo en las «casas» les enseñan manualidades, como coser y tejer, y el fin de semana hacen repostería fría. A las 9 y media de la noche se acuestan.
Los viernes tienen un beneficio si la «casa» ha tenido un buen comportamiento. Pueden ver cine. «Nosotros buscamos las películas y los ‘profes’ nos dan los insumos: cajas con galletas, papas fritas y bebidas». Hasta las doce de la noche.
«¿Y mantienen contacto con los que se van?», les pregunta el ministro Larraín, preocupado de llegar a la meta de reincidencia cero. Y Javier le cuenta que con algunos sí: «Unos salieron pa’bien y otros pa’mal». «¿Qué les faltó?», quiere saber Larraín. «El apoyo», dice Javier.
-¿Y ustedes creen que van a tener oportunidades?
-Sí, porque hemos aprovechado las que nos han ido dando. Y la reinserción laboral nos apoyará.
El secretario de Estado consulta a otros funcionarios si las municipalidades apoyan. Poco, en realidad. Algunas sí, otras no. Pero no hay un apoyo sistematizado.
De eso quiere preocuparse la autoridad.
Fuente: El Mercurio, viernes 13 de julio de 2018